Estanque de Betesda

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El Estanque de Betesda era un complejo de dos piscinas en el valle Beit Zeita al este de Jerusalén. Hoy en día, sus restos se encuentran dentro de la ciudad amurallada, en el barrio musulmán, muy cerca de la Puerta de los Leones.

La primera piscina fue creada durante el siglo VIII a.e.c. Un dique transversal de 6 metros de ancho fue construido en el valle creando una represa para contener las aguas de lluvias. Tal vez esta represa es el “estanque superior” mencionada en el Libro II de Reyes (17:18) que se hallaba en “el camino del campo de los lavanderos”. Otra mención del “estanque superior” aparece en el libro de Isaías reforzando la hipótesis de que fue utilizado por los lavanderos de la ciudad (Isaías 7: 3).

En el siglo III a.e.c., al parecer por iniciativa del sumo sacerdote Simón el Grande, se construyó otro estanque en el sitio, utilizando la represa como muro divisorio. Según la creencia popular, estos dos estanques se llamaban “estanques de las ovejas” o “piscina probática” porque se utilizaban para lavar los rebaños que se traían para sacrificios en el Templo.

Contrariamente a esta creencia, el arqueólogo Shimon Gibson, explica que las piscinas se construyeron como parte del sistema de agua de Jerusalén, pero no para beber o divertirse (nadar?), sino para purificación ritual. La piscina norte sirvió como reservorio de agua, mientras que la piscina sur funcionaba como “mikvé tahará”, piscina para baños rituales. Una escalera de 35 metros de ancho permitía descender hasta el agua para tomar el baño purificador que tiene que ser un baño de inmersión, en hebreo “Tvilá”.

Vista de las ruinas del Tanque de Betesda en las proximidades de la Puerta de los Leones en la Ciudad Vieja de Jerusalén
Vista de las ruinas del Tanque de Betesda en las proximidades de la Puerta de los Leones en la Ciudad Vieja de Jerusalén

Los estanques estaban rodeados por cuatro pórticos (Stoa en griego) y una quinta “stoa” conectaba las dos piscinas. Un canal cincelado sobre la piedra caliza permitía controlar el flujo del agua y mantener el nivel de profundidad en la piscina sur para permitir la Tvilá de los judíos, o podríamos decir el “bautismo”, ya que esta palabra griega es la que usa la Septuaguinta para traducir el término “Tvilá”.

Una descripción de los estanques aparece en el Nuevo Testamento. Cerca de la puerta llamada “de las ovejas”, en el sitio que se llama “Piscina de Betesda”, Jesús realizó un milagro en el que curó a un hombre que por 38 años se hallaba allí, débil o enfermo (¡el texto griego no dice paralítico!).

Después del 135 ec., con el establecimiento de Aelia Capitolina como ciudad pagana por parte de Adriano, se construyeron en el lugar baños medicinales y altares al dios de la medicina Asclepio, quien curaba las enfermedades.

Durante el período bizantino, se construyó una gran iglesia en forma de basílica y el sitio fue dedicado a María a raíz de la intensificación de la adoración a la madre de Jesús, impulsada por la emperatriz Eudocia.

A principios del siglo XI, la iglesia fue destruida por el califa fatimí El Hakim Be-Amer Alah. Después de la Primera Cruzada, sobre las ruinas de la iglesia bizantina, los cruzados construyeron una pequeña capilla y edificaron una gran iglesia de estilo románico dedicada a Santa Ana. La cripta de la iglesia, cuenta la tradición, fue el lugar de nacimiento de la hija de Ana y Joaquín, padres de la virgen María.

Cinco años después de la derrota de los cruzados en 1187, la iglesia se convirtió en una mádrasa (escuela musulmana) y dedicada al “libertador” de Jerusalén, Saladino.

En el siglo XIX, el edificio sirvió como establo para la guarnición turca local. Los turcos entregaron el lugar al gobierno francés en 1856, como agradecimiento a su decisiva ayuda durante la guerra de Crimea. A su vez, los franceses cedieron el lugar a la Orden de los Padres Blancos. Esta orden fue establecida para la actividad misionera en África.

Las excavaciones arqueológicas conducidas por estos comenzaron en 1862 y se han prolongado hasta el 2009, permitiendo la identificación de los estanques y las iglesias mencionadas arriba.

Reconstrucción de las Piscinas de Betesda en la maqueta de Jerusalén del siglo I, en el Museo de Israel
Reconstrucción de las Piscinas de Betesda en la maqueta de Jerusalén del siglo I, en el Museo de Israel

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