Cuando el término canon es aplicado al Nuevo Testamento (NT), este designa al corpus de literatura sagrada, que se caracteriza por su naturaleza cerrada y su calidad autoritaria, que se origina en la inspiración divina de sus autores.
Las Escrituras Sagradas fueron consideradas como testimonio fiel de los eventos de la vida de Jesús, desde Su nacimiento hasta Su resurrección, complementadas con Sus dichos y enseñanzas. A los cuatro evangelios se agregaron el libro de Actos, las Epístolas de varios apóstoles, y el libro de Apocalipsis.
La santidad antecedió y pre-condicionó el acto formal de canonización, que en la mayoría de los casos, simplemente colocó punto final a un proceso que se daba por largo tiempo. Su aceptación incuestionable como expresión de la Palabra Divina, las convirtió en fuente de autoridad, lo que le permitió a la comunidad unificar la fe bajo ese canon ampliamente aceptado.
Interesante resaltar que para los primeros seguidores de Jesús de habla griega, el canon bíblico provenía de la traducción de la Biblia llamada Septuaguinta. A fines del siglo primero e.c., algunas escrituras atribuidas a los apóstoles y varias epístolas paulinas ya “rodaban” en manos de círculos cristianos.
Uno de los primeros intentos en solidificar el canon, fue realizado por Marción alrededor del año 140 e.c. Su canon fue rechazado por el cristianismo proto-ortodoxo, al igual que su teología, conocida como “marcionismo”. Muchos estudiosos de la Biblia, han argumentado que la iglesia formuló el canon del NT en respuesta al desafío planteado por Marción.
A principios del siglo tercero, Orígenes, Padre de la Iglesia, ya estaba usando los mismos veintisiete libros del canon católico del NT, aunque todavía existían disputas sobre algunas epístolas y sobre el libro del Apocalipsis.
Eusebio de Cesárea, utilizando la información de Orígenes, creó una lista que detalla en su “Historia Eclesiástica”. En 331 e.c., el emperador Constantino dió la orden de que cincuenta copias de la Biblia fuesen creadas para el uso de la Iglesia en Constantinopla. Eusebio recibió el encargo haciendo de su “lista” el canon de facto.
En su carta de Pascua (367 e.c.), Atanasio obispo de Alejandría, redactó una lista exacta de libros que formalmente se convertirían en el canon del NT, usando la palabra “canonizados” (kanonizomena) con respecto a ellos.
El Papa Dámaso I, durante el Concilio de Roma de 382 e.c., promulgó el canon bíblico bajo el Magisterio infalible del Papa y los Obispos. Poco después encargó la traducción al latín de la Biblia (Vulgata), que fue fundamental en la fijación del canon en la iglesia de Occidente. Otros concilios como el de Hipona (393) y los dos de Cartago (397 y 419), bajo la autoridad de San Agustín, declararon el canon como ya cerrado. El Concilio de Trento de 1546, reafirmó el canon para el catolicismo ante la Reforma protestante.
Existen otros cánones en las iglesias de oriente como el de las iglesias armenia y copta o el de la iglesia ortodoxa siriana basada en su biblia llamada Peshita.
Rechazando la doctrina del Magisteruim, la Reforma protestante se centró en la doctrina de la sola scriptura, es decir, la autoridad suprema se origina en las Sagradas Escrituras solamente. El canon de la Biblia protestante, comprende los 39 libros del Antiguo Testamento, junto con los 27 del NT, para un total de 66 libros contrastando con los 73 de la Biblia católica, ya que excluyó las Escrituras consideradas deutero-canónicas. Martin Lutero consideraba que esos libros no eran iguales a las Escrituras, pero eran útiles y buenos para leer.
¹Marción fue un teólogo cristiano que vivió en Asia Menor, entre 110 y 160 e.c. Propuso una distinción entre el Antiguo y el Nuevo Testamento y afirmó que fueron creados por dos dioses diferentes. El Dios de Israel, el Creador del Universo, era un Dios inferior, cruel, y caprichoso, que creó lo mundanal. En contraste, el Dios bueno era el Dios espiritual, que envió a Jesús para salvar a la humanidad. Por consiguiente, rechazó Marción el Antiguo Testamento y los motivos judíos que se filtraron en las Escrituras cristianas y, utilizaba sólo el Evangelio de Lucas que él mismo editó, así como algunas de las Epístolas de Pablo. La oposición a las enseñanzas de Marción fue tan fuerte, que lo llamaron “el hijo del diablo” y fue expulsado de la iglesia en el 144 e.c.