¿Es la visión socioeconómica de la Torá socialista?, ¿capitalista?, ¿liberal?

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Más de una vez, en discusiones acaloradas o charlas distendidas, hacen uso los participantes de comparaciones con pasajes bíblicos para basar o fortalecer sus posiciones político-económicas o socioeconómicas, y pareciera que el material a citar es tan variado, que todos y cada uno puede encontrar en la Biblia Hebrea sustento a su opinión, a veces arrancando a ese sustento de su contexto original.

¿Es que existe en la Torá una visión, o una posición clara con respecto a la economía y a las relaciones de clases? Comencemos por el final:

1. Intentar catalogar las ideas bíblicas usando términos socioeconómicos acuñados en los últimos siglos, como “socialista” o “capitalista”, es un despropósito total, ya que la biblia fue escrita hace más de 3.000 años, en una realidad política, cultural, tecnológica, y socioeconómica totalmente diferente a la moderna.

2. A pesar de esto, la Torá delinea principios morales y sociales con respecto a la economía, que por ser tales –principios– pueden ser adaptados y aplicados aún hoy en día, y estos a su vez concuerdan o no con principios de las diferentes corrientes socioeconómicas modernas.

Para que podamos exponer más claramente estos principios, echemos un vistazo a la realidad económica y social en la Tierra de Israel en la época del Primer Templo: En el Israel bíblico la inmensa mayoría de la población vivía de la agricultura y sus derivados. La tierra era propiedad de la familia. La sociedad era tribal y patriarcal, y cada núcleo familiar trabajaba su tierra la cual se iba pasando por herencia.

Esa porción de tierra familiar es llamada en hebreo najalá. La moneda todavía no existía por ese entonces. Las transacciones se realizaban pagando con plata en metal. Pequeños trocitos de plata se pesaban en balanzas de dos platillos, colocando en uno las pesas correspondientes, y en el otro tantos trocitos de plata como sean necesarios hasta obtener el balanceo. De esta manera la plata se convirtió no solo en el elemento común de pago, sino también en el elemento de ahorro y acumulación de riqueza. La unidad de peso corriente era el Shekel (de aquí el nombre de la actual moneda israelí), comúnmente traducido al español “siclo”, y equivalente a 11,3 gramos de hoy. Veamos ahora principios:

Propiedad privada: El principio de respeto a la propiedad privada se encuentra a la largo y a lo ancho de la biblia. Desde el mandamiento “no robarás”, pasando por leyes que prohíben todo tipo de vandalismo y ordenan conducirse con la propiedad ajena como si fuera la propia (Éxodo 23:4; Levítico 5:20-26, etc.).

En lo político y económico esto impacta en la prohibición de la expropiación de la propiedad privada por parte del estado. La expropiación de la propiedad privada de los súbditos por parte de monarcas de la región, es vista como una abominación (2Samuel 8:11-18), la apropiación de la najalá de Nabot por parte del rey Acab es expuesta como uno de los pecados capitales realizados en el Reino de Israel (1Reyes 21), y el profeta Isaías (Isaías 22:10) elevó su protesta por haber los constructores de la nueva muralla de Jerusalén desmantelado casas privadas por estorbar éstas el transcurso de la muralla. Los vestigios de esta muralla basada sobre casas desmanteladas –construida apresuradamente por el rey Ezequías ante la inminente llegada del ejército asirio– fueron descubiertos por los arqueólogos y pueden verse en Jerusalén.

Relaciones laborales: Aún estando la mayor parte de la economía basada en granjas y empresas familiares, el trabajo salarial existía en empresas mayores y en épocas de cosecha, recolección, o vendimia.

La Torá ve con recelo la relación empleador-empleado procurando una relación positiva, justa, y conveniente a ambas partes: por un lado el empleado debe fidelidad a su empleador (p. ej. Éxodo 22:14), y por el otro el empleador debe cumplir con lo pactado con su empleado y respetar derechos básicos que la Torá le concede a éste, como el descanso sabático y el pago estricto y a tiempo del salario: Deuteronomio 24:14-15 “No oprimirás al jornalero pobre y necesitado, sea este de tus hermanos (un israelita) o un gentil que habita en tu tierra en tus ciudades. Le pagarás su jornal cada día, antes de la puesta del sol, porque es pobre y con él sustenta su vida.

De lo contrario, él clamará al Señor contra ti y tú resultarás convicto de pecado” (Véase también Levítico 19:13). Estos derechos tal vez parezcan hoy una redundancia, pero en el mundo antiguo de hace 3.000 años eran revolucionarios.

Libre mercado con reglas claras: En general, la economía contemplada en la Torá es libremercadista. Los precios se fijan según la oferta y la demanda de las mercancías (véase p. ej. 2Reyes 7:1, 18) en los mercados, los cuales funcionaban en las entradas de los poblados y ciudades.

Pero aquí hay un aspecto en el cual se hace especial hincapié: una serie de leyes detalladísimas (Levítico 19:35-36; Deuteronomio 25:13-15; Amos 8:4; etc.) que no dejan lugar a grieta alguna, establecen un estricto sistema de medidas de peso y volumen, advirtiendo acerca de todas las transgresiones posibles, p. ej. el uso de dos juegos diferentes de pesas y medidas de volumen, uno para la compra y otro para la venta. La violación de estas reglas es considerada un gran pecado y vista muy severamente.

Interesantemente, estas leyes se ven ejemplificadas peculiarmente en la arqueología de la Tierra de Israel: en diferentes excavaciones arqueológicas se han descubierto cientos de pequeñas pesas de piedra, más que en cualquier país vecino incluyendo a potencias como Egipto o Asiria.

Las pesas tienen forma de domo, lo cual permite hacerlas en principio un poco más grande de lo necesario, y luego pulirlas cuidadosamente hasta darle su peso exacto. En la mayoría de ellas está grabado su valor en unidades de Shekel, lo que permitió conocer el peso exacto de esa unidad. Pero lo más asombroso de este descubrimiento es la mínima variabilidad entre los cientos de pesas a pesar de haber sido descubiertas en diferentes sitios y con siglos de diferencia entre ellas: variabilidad promedio de 0,5% en pesas de apenas 11-44 gramos (!). Posiblemente fueron todas calibradas con un patrón único, tal vez guardado en el Templo o en el palacio real.

Piedad: Una serie de leyes (Levítico 19:9-10, 23:22; Deuteronomio 24:19-22) obliga a los productores agropecuarios a aportar parte de su producción para proveer de cobertura alimentaria básica a las personas más vulnerables de la sociedad: viudas, huérfanos, e indigentes (véase Rut 2), y así asegurar que nadie padezca hambre, un flagelo del mundo antiguo.

En esta categoría también se incluyen las leyes pertinentes al año sabático y al año jubileo (Deuteronomio 15; Levítico 25), que, condonando créditos, retornando la najalá a quienes la hayan perdido por endeudamiento y liberando esclavos (en realidad anulando de facto la esclavitud) buscan reintegrar social y económicamente a los caídos en desgracia.

En conclusión, la Torá aboga por un sistema libremercadista con estrictas reglas de juego morales, protección a la propiedad privada, relaciones laborales justas y un colchón de medidas para salvaguardar a los sectores más sensibles e integrarlos nuevamente en lo posible. La riqueza bien habida, alcanzada cuidando los preceptos morales necesarios, es bien vista y considerada una bendición de Dios.

En las buenas épocas los reinos de Judá e Israel llegaron a ser grandes exportadores de alimentos y productos agrícolas especializados y elaborados, como es reflejado en Ezequiel 27, texto único que refleja el mosaico de exportaciones e importaciones de todos los países de la zona transmitidas estas por los comerciantes fenicios (véase versículo 17). La bonanza ahondó las brechas sociales enardeciendo a profetas como Amós y Oseas, quienes emitieron sendas diatribas condenando la lujuria, la ostentación y la explotación de las nuevas élites, no por su riqueza en sí, sino por ser esta mal habida y falta de piedad.

 ¹En el Museo de Israel en Jerusalén se pueden ver expuestos ejemplares de pesas y platillos de balanzas originales.

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